El autor es periodista. Reside en Santo Domingo
Por Rey Arturo Taveras
En un giro político que se asemeja a un juego de ajedrez, la reciente reforma constitucional impulsada por el presidente Luis Abinader ha dejado claro quiénes están dentro y quiénes fuera del tablero.
Mientras que el expresidente Danilo Medina, así como otros aspirantes, se ven ante un candado impenetrable, la figura de Leonel Fernández se perfila como el pez en el agua, nadando en un mar de posibilidades.El poder ejecutivo ha tomado una decisión que resuena con eco de autoridad: el presidente Abinader ha cerrado las puertas a aquellos que ya han ocupado la presidencia, manifestando una clara voluntad de romper con la perpetuidad en el poder. Pero ha entregado una llave maestra del candado al expresidente Leonel Fernandez para que pueda volver a ser presidente de la República.
El presidente Luis Abinader dijo, el domingo durante su alocución en el acto de proclamación a la Carta Magna, que rechazó negociaciones propuestas por organizaciones políticas para habilitar al exmandatario Danilo Medina.
Abinader indicó que se negó a cualquier «negociación o conveniencia» política, con lo que se mantiene la prohibición a Medina de postularse nuevamente al cargo de presidente y vicepresidente del país.
“Negándonos a negociaciones o conveniencia política, reiteramos que quien ya fue electo en 2016 tampoco podrá volver a postularse”, indicó.
La disposición transitoria que impide a Medina volver a postularse a candidatos presidenciales se erige como un faro de esperanza para muchos ciudadanos que anhelan un cambio verdadero.
Sin embargo, esta misma reforma parece ofrecer un pasaje VIP a Leonel Fernández, quien podría aprovechar la oportunidad que sus contrincantes en el poder han dejado al descubierto.
El mandatario no ha escatimado en palabras al proclamar que su administración será recordada por su honestidad y compromiso democrático.
En un acto casi heroico, se niega a utilizar la mayoría del Congreso para buscar su propio beneficio, y en cambio, establece un blindaje constitucional que busca proteger la integridad del sistema.
Este “candado” se convierte, así, en un símbolo de su administración, un escudo contra las tentaciones del poder.
Afirmar que “el país está primero que cualquier gobierno” es un grito que retumba en los corazones de aquellos que buscan un liderazgo responsable. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿es realmente un sacrificio altruista o una maniobra política para despejar el camino a nuevos contendientes, como Leonel?
Mientras Danilo queda atrapado en las garras de la prohibición, Leonel Fernández se encuentra en una posición privilegiada.
Como un fénix que renace de sus propias cenizas, el exmandatario puede contemplar la escena política desde una atalaya privilegiada. En este nuevo contexto, su figura emerge como una solución potencial para muchos que sienten que el ciclo de liderazgo se ha cerrado.
La ironía es palpable: el candado que busca proteger el sistema democrático de la reelección indefinida parece también abrir una ventana de oportunidades para aquellos que aún tienen el poder de sorprender.
Mientras algunos ven en la reforma un avance hacia la alternancia política, otros ven en ella una estrategia cuidadosamente tejida que deja a Danilo a merced del destino, mientras Leonel se acomoda en el trono de las posibilidades.
En este escenario de luces y sombras, donde las figuras del pasado intentan hacerse un lugar en el presente, se impone una realidad: el futuro político de la República Dominicana está en juego.
La reforma constitucional, aunque presentada como un triunfo de la democracia, es también un campo de batalla donde las aspiraciones y las ambiciones se entrelazan en un complicado entramado.
jpm-am
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